
Es una larga y hermosa historia en mi vida el porqué uso a diario mi sombrero borsalino, pero creo que lograré contarlo en menos palabras.
Siempre me gustó andar jugando con mi ropa porque amo la escena, pero al principio de mi adolescencia que ya andaba estudiando arte salía a la calle con sombreros antiguos y ropa de distintas épocas ya que mi abuela paterna era modista y a mi madre le había regalado varias prendas que guardada preciadamente; yo las usaba para ir a conciertos de rock en extremos rincones de Buenos Aires.
En esos tiempos, entre infinitos objetos que fui hallando en las calles de la ciudad encontré dos moldes de sombreros antiguos que eran de la misma forma y los intervení como obra de arte a uno y al otro lo guardé por años hasta que en el 2007 viaje sola un tiempo a Bolivia y por sincronicidades a las que estaba muy atenta, tuve la gran fortuna de llegar a convivir con una familia de artistas que me marcarían el alma y el compromiso con mi pincel.
Casa habitada por cuatro hijas mujeres músicas y pintoras, una dulce mujer compañera ceramista casada con un hombre padre y gran metafísico. Todos artistas y la casa una gran obra de arte.
Ahí caí una tarde con mi catálogo de pinturas y me pasé horas observando cada objeto de la vivienda/taller y Centro cultural el cual siempre tiene sus puertas abiertas al público en la ciudad minera de Oruro (Centro cultural CATCARVE)
El, Gonzalo Cardozo Alcalá, escultor de miles de esferas, desde su despertar usaba sombrero de ala grande hasta dentro de la casa y solo se lo quitaba al irse a dormir. En una de esas tantas risas despampanantes que compartimos me dijo:
_Artista con sombrero siempre será recordado pero porque se anima a usarlo! y nos desencajamos de risa porque los dos nos disfrazábamos a diario.
Pasaron muchísimas cosas en el tiempo que le siguió a mis días en Oruro, hasta que en el invierno del 2015 en un viaje a Jujuy mis padres me envían dinero como ofrenda de cumpleaños, me fui a la frontera y me compré una pollera bien chola, una casaca de tinku y un sombrero «borsalino» marrón con dorado, muy usado por las cholitas del vecino país.
Así fue meses después que me mudé a Tilcara (Jujuy) después de haber vivido varios Años en el Valle de Traslasierra (Córdoba). Desde aquel entonces uso mi sombrero BOMBIN, siendo nombrada como CHOLITA en La Quebrada de Humahuaca hasta que ser tatuadora me llevó a elegir un seudónimo y terminar nombrándome CHOLITA TATU.
Siempre me he adelantado a mi misma en mi vida y creo firmemente que el molde del bombín apareció para anunciarme un camino a recorrer que más adelante crecería y me llevaria a recorrer muchos aprendizajes como artista. Hoy a ese molde lo uso para «hermosear» mi sombrero cuando pierde su forma de tanto uso.
Me gusta usar el bombín por su elegancia y belleza.
Gracias Gonzalo Cardozo Alcalá, amigo y Maestro!!
Gracias a la vida que me da tanto!!
Amorina Amato
CHOLITA TATU
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